Tras siete años de desavenencias, Arabia Saudí e Irán han restablecido sus relaciones diplomáticas. Gracias a su fructífera mediación, China ha asumido el papel de actor principal en las relaciones internacionales y demuestra que Estados Unidos ya no posee el monopolio de la influencia en Oriente Próximo. Queda por ver si Riad y Teherán serán capaces de superar sus múltiples diferencias.