María Margarita Santiesteban Labañino
Uno de los cambios que se producen hoy en el Sistema Educativo Cubano de gran significado y trascendencia, lo es sin duda el surgimiento de la Universidades de Ciencias Pedagógicas (UCP) devenidas de los Institutos Superiores Pedagógicos .
La UCP define como objeto social la necesidad de la preparación constante de la formación del personal docente como condición esencial para lograr los éxitos que se quieren en el proceso formativo de los egresados de esta universidad y los aportes científicos que en esta dirección enriquecen, mejoran, perfeccionan los procesos que intervienen en la calidad del egresado, el trabajo investigativo, científico metodológico, al trabajo metodológico, la superación y la extensión. Es necesario por tanto estudiar, explorar, diagnosticar, las dimensiones, los espacios y las formas en que se forman y expresan los nuevos aprendizajes tanto desde el punto de vista cognitivo como de los modos de actuación de aquel que asumirá la formación a su ves de la niñez y de los adolescentes y jóvenes. Eso implica convertirnos en formadores de formadores y rediseñar las estrategias de formación a partir de los cambios en los que se encuentra inmersa las Universidades Pedagógicas como resultado de las exigencias que la sociedad les plantea hoy, son los nuevos retos y desafíos que tenemos que encarar.
El reto por tanto sigue siendo, enseñar a pensar, enseñar a aprender, aprender a convivir, prepararlos para que asuman y sean conscientes de su propio perfeccionamiento como paso previo a la inserción en la vida laboral marcado por la necesidad de que se constituya en un modelo de actuación capaz de ejercer influencia transformadora en sus educandos que son , por demás, personas que al encontrarse en franco proceso formativo y desarrollador, asumen desde los modos de desempeño de sus docentes elementos que nutren sus propias formaciones psicológicas y que condicionan su actuación en la vida cotidiana. Ir en busca de una conducta más culta, más responsable traería aparejado nuevas formas de convivencia traducida en la capacidad de autorregulación y autodirección consciente de nuestros jóvenes universitarios.
Siendo consecuentes con la necesidad de formar al futuro formador es preciso identificar cuales serían las dimensiones con mayor connotación dentro del proceso formativo y los contextos que mejor pudieran ser aprovechados durante la etapa de formación profesional.
La formación integral conduce a reconocer que las dimensiones del ser, hacer conocer y convivir se relacionan, actúan e interactúan, lo que significan que no se expresan de manera pura y aislada, sino que actúan como un todo de manera integral.
Por las características de la actividad rectora de los adolescentes jóvenes que estudian en la universidad es la dimensión del conocer una de las que mayores connotaciones tiene que unida a la dimensiona de convivir se manifiestan y tienen su expresión en el ser durante la etapa de formación intensiva poniéndolo en condiciones de desplegar con éxito las tareas de su práctica social responsable.
Todos los espacios en la universidad deben por lo tanto convertirse en contextos de formación pero es la residencia universitaria donde con mayor intensidad se expresa aquello de lo que es portador el sujeto que aprende. La residencia desde esta propuesta se visualiza como la comunidad educativa residencial estudiantil universitaria de los jóvenes que estudian su carrera profesoral, visualizándola como el contexto social, de la convivencia por excelencia de los jóvenes universitarios, donde se refleja simultáneamente los aprendizajes adquiridos y las relaciones interpersonales que se establecen con los demás y por ende el escenario donde con mayor facilidad se percibe el crecimiento personal que va adquiriendo el sujeto y la efectividad de las estrategias educativas y curriculares de forma integral.
La complejidad de esta labor radica en la necesidad de la integración de las dimensiones que mayor connotación se revelan dentro del proceso formativo, su expresión en los diferentes contextos, la identificación de aquellos que mejor pudieran ser aprovechados durante la etapa de formación del profesional y de los actores principales que intervienen en la misma por lo que su diseño debe lograrse desde las carreras, años, colectivos pedagógicos, departamentos y facultades y la sistematización de las experiencias de los procesos de cambios en los diferentes contextos donde esta se exprese.
Es por ello que insistimos en el presupuesto teórico de que la residencia universitaria no debe ser evaluada tan sólo como el espacio residente del estudiante que procede de municipios distantes, no debemos considerarla además como espacio independiente, desarticulado de los procesos que se desencadenan en la formación sino como parte importante del proceso sustantivo extensionista, declarándose intencionalmente las acciones que serán emprendidas desde los proyectos educativos de las carreras y facultades para que el estudiante sea cada vez mas responsable, mas autorregulado, mas autónomo, menos contemplativo, menos adaptativo, menos reactivo, con un modo de actuación coherente, consecuente con los fines de su formación, dentro y fuera de la clase, dentro y fuera del recinto universitario.
Asomarnos y sumergirnos educativamente en el contexto de la residencia estudiantil y su influencia en la formación de nuestros estudiantes, su integración y articulación dinámica en el proceso de enseñanza-aprendizaje, el valor que adquiere en los procesos retroalimentación y por lo tanto en el rediseño de las estrategias formativas y enriquecimiento de los proyectos educativos es el objetivo del presente material, sumándose por tanto a los esfuerzos que viene haciendo nuestra universidad para alanzar resultados favorables en la formación de los futuros profesionales de la educación y convirtiendo a la residencia universitaria en un espacio de convivencia educativa que favorece la formación de valores, ético profesional y cultural.