La guerra, como fenómeno político con implicancias sociales, tiene futuro y ello justifica su estudio permanente para poder identificar las nuevas condiciones que resulten de su proceso evolutivo. Está comprobado que su concepción inicial se mantiene vigente, sin embargo, en el esfuerzo para tipificarla, que no escatima denominaciones o tipos, se ha perdido de vista que la guerra siempre, a través del tiempo, se ha ejecutado combinando capacidades convencionales con aquellas denominadas híbridas, al igual que ha ocurrido con el conflicto internacional. Esto, ha provocado que dicha integración de capacidades se aprecie como una novedad, siendo por ello que la Guerra Híbrida es apreciada como algo nuevo, novedoso, aún cuando siempre ha sido practicada como tal, desde la antigüedad. Lo que ocurre es que progresivamente se ha hecho más compleja, producto de los avances tecnológicos, de la multidimensionalidad del escenario de la guerra y, en lo político y social, por efecto de la mayor capacidad para asumir riesgos internacionales y jurídicos por parte de quienes tienen la responsabilidad de decidir si se recurre a la guerra para solucionar el conflicto o no. La Guerra Híbrida reúne en sí las particularidades de casi todos los tipos de guerra establecidos a través del tiempo, ha complicado la tarea de quien tiene la responsabilidad de dirigir la guerra y más compleja la tarea de quienes deben planificar y ejecutarla en el ámbito militar.