Constatado que el modelo de nuestra normativa urbanística se ha convertido en un considerable freno para el desarrollo del territorio, es preciso un cambio radical para construir un nuevo modelo que responda a las necesidades actuales. Un modelo que ya no tenga como objetivo regular la propiedad del suelo, sino establecer estrategias que permitan un desarrollo de nuestras ciudades y territorios en la forma que demanda la sociedad actual.