Pasar del rol personaje a la persona es un viaje que necesariamente hemos de hacer cada uno de nosotros de manera individual para lograr manifestar nuestra capacidad de liderazgo en su dimensión más auténtica. ¿Por qué? Porque para liderar, lo básico es transmitir a los demás confianza y sinceridad, y éstas son cualidades (nuestras) y percepciones (de los demás) que sólo emergen desde la autenticidad.
La primera y mayor dificultad con la que nos enfrentamos como personas es la del autoconocimiento, ya que solemos confundir nuestra "esencia" con nuestra "personalidad". A menudo vivimos desde ésta última, creando un personaje de nosotros mismos que nos limita y nos "esclaviza", limitando la manifestación de comportamientos que podemos, y debemos, desarrollar para lograr ejercer un verdadero liderazgo. Para superar esta situación es preciso que asumamos el liderazgo no como un conjunto de habilidades supuestamente innatas o modélicamente imitables, sino como una actitud que se ejerce desde la confianza y la sinceridad. Y éstas sólo emergen desde la autenticidad.