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En este texto, procuro comprender algunas de las paradojas que marcan la situación de las mujeres en Portugal, especialmente las que resultan de sus elevados niveles de inserción en el trabajo remunerado. A pesar de estos elevados niveles de inserción, las mujeres portuguesas son, de entre los 15 países de la Unión Europea, las que tienen menor ayuda de los hombres en las tareas domésticas y las que menos participan en la vida pública y política. Por otro lado, todo transcurre en un cuadro jurídico-constitucional basado en el presupuesto de la igualdad entre mujeres y hombres, pero una igualdad formal no complementada con estructuras de apoyo a la familia lo que realmente provoca es el agravamiento de las desigualdades entre los sexos en el plano material. Por ello, a pesar de la feminización de los sistemas de enseñanza, formación y empleo, persisten diversas modalidades de segregación y discriminación. En el análisis efectuado se procura evidenciar el modo en que algunas de las desigualdades estructurales que caracterizan la sociedad portuguesa conllevan a una situación muy paradójica para las mujeres.
