Se trata de la ejecutoría de un pleito seguido en apelación ante la Chancillería de Valladolid en el año 1487, en el que entran en juego principios de lo que hoy llamaríamos Derecho Internacional Privado: en él intervienen dos comerciantes de Brístol y otro de Bayona, a causa de un cargamento de pastel comprado en la villa guipuzcoana de Fuenterrabía, localidad en la cual se sustanció el proceso en primera instancia.