En este artículo se argumenta que con la rápida extensión del "capitalismo desregularizado', las nuevas y variadas situaciones surgidas en la organización del trabajo (mayor flexibilización, ascendente precarización y movilidad laboral, sobre los trabajadores, aparición de nuevos tipos de contratos, etc) (Beck, 2001; Gorz, 1995; Luttwak, 2000; Naredo, 2001; Sennett, 1998) están afectando negativamente a la calidad y cantidad del tiempo de ocio de numerosos ciudadanos de países occidentales. De este modo y a diferencia de las sociedades antiguas, en las sociedades postmodernas el trabajo continúa primando como elemento central de nuestras vidas, con una disminución considerable del tiempo libre. Como se puede constatar en un estudio comparativo reciente en países como Estados Unidos (DeGrazia, 1968; Schor, 1991, 1994), Japón (Harada, 1996), Holanda (Beckers, 1996; Petera, 1996), Gran Bretaña (Holliday, 1996; Gratton y Holliday, 1996) y España (El Mundo, 17 de Marzo del 2001) son precisamente las "clases ociosas" postmodernas (Veblen, 1963), profesionales con mayor cualificación y nivel adquisitivo, las que están sufriendo con mayor intensidad este fenómeno.