postulamos, a partir de Spinoza, que un poema es -entre otras cosas- el registro verbal de un proceso afectivo, cabe extraer interesantes conclusiones sobre el valor gnoseológico de la poesía. El análisis desde estas premisas de la obra de Walt Whitman muestra cómo la apertura a los afectos es una condición del conocimiento: la maximización de los afectos favorables y la comprensión de sus causas adecuadas permite al poeta no sólo expresar pasivamente un balance sino generar activamente afectos y por tanto ideas; el poema aparece así como instrumento de conocimiento y de transformación.