La tradición familiar acercó a Roger Font al escultismo y de él nace su presente como educador infantil en actividades de ocio y tiempo libre. Sus tíos eran «monitores del cau» y él, con 11 años, se convirtió en escolta, en concreto en ranger. Pasaron los años y su experiencia como ranger despertó su deseo de transmitir los valores que le enseñaron de niño y que hoy le definen: compromiso, espíritu crítico, autonomía personal, empatía, igualdad, respeto, diversidad, etc.