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Andrea García Rodríguez
En 2022 se cumple la mitad del mandato de la actual Comisión Europea en un momento en el que es más necesaria que nunca una visión común sobre el futuro de Europa. La invasión rusa de Ucrania ha puesto de manifiesto que, en cualquier momento, la guerra puede regresar al continente europeo y que, debido a la interconectividad económica, política y tecnológica, la inestabilidad en el vecindario europeo se puede convertir en inestabilidad en toda Europa.
Una de las prioridades de la Comisión para el periodo 2019-2024 era preparar a la Unión Europea para un momento en el que, como decía el filósofo italiano Luciano Floridi en The Onlife Manifesto (2014), lo que sucede offline y lo que sucede online son cada vez más indistinguibles. Para la Comisión de 2019, la propuesta digital europea era una visión humanística basada en la mejora de las capacidades digitales: en habilidades digitales, en la creación de un marco de gobernanza de datos y en ciberseguridad. En 2022, el mundo ha cambiado. La UE se ha dado cuenta de que no puede dedicarse a tapar agujeros. Tiene que poner todos los instrumentos a su alcance para darle forma al mundo digital según sus valores.
Aunque la Unión y los Estados miembros cada vez entiendan mejor que la política digital también puede defender sus intereses, falta mucho por hacer. En lo que le queda de mandato a la Comisión, la política digital europea deberá ser más estratégica que geopolítica y tendrá que ser necesariamente dual. Debe seguir poniéndose al día mientras ofrece vías para anticipar los desafíos futuros, que serán geopolíticos, sí, pero también éticos y económicos.
A mitad de mandato Durante la primera mitad de su mandato, la Comisión ha puesto sobre la mesa interesantes propuestas de regulación en varias áreas que, a…
