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Murcia, España
Madrid, España
Con el decreto de estado de alarma por parte del Gobierno español que impuso el confinamiento de la población, se desplegó un ritual de interacción (“los aplausos de las 8”) que supuso un reconocimiento simbólico del trabajo del personal sanitario. Al mismo tiempo, el gobierno se vio en la necesidad de decretar la posibilidad de movilidad para los denominados “trabajados esenciales”. Esta calificación de “trabajadores esenciales” reforzó que la dinámica social de reconocimiento social se extendiera en un primer momento hacia jornaleros agrícolas, cajeras de supermercados, auxiliares de residencia, etc. En este artículo nos cuestionamos sobre los efectos posteriores de esa dinámica de rituales de interacción de reconocimiento de la división social del trabajo. Por un lado, se observa como aquella energía colectiva se ha convertido en un recurso para el despliegue de numerosas luchas por el reconocimiento de colectivos de trabajadores. Por otro lado, apreciamos un uso político por parte del actual Gobierno estatal de la energía emocional generada por aquellos rituales de interacción, para tratar de avanzar en políticas laborales contra la precariedad y el reconocimiento de derechos laborales. Finalmente, la comunicación explora también la continuidad de heridas morales tras el fin del confinamiento y el inicio de la nueva normalidad, en la medida que en las sucesivas oleadas, el virus ha circulado por los mundos sociales y laborales de la precariedad vital.
With the Spanish government's state of alarm decree imposing the confinement of the population, a ritual of interaction ("los aplausos de las 8") was deployed as a symbolic recognition of the work of health workers. At the same time, the government found it necessary to decree the possibility of mobility for so-called "essential workers". This qualification as "essential workers" reinforced the social dynamics of recognition to be extended to agricultural day labourers, supermarket cashiers, home helpers, etc. The communication proposal asks: What were the subsequent effects of this dynamic of interaction rituals of recognition of the social division of labour? Two indicators are analysed: On the one hand, it is observed how that collective energy has become a resource for the deployment of numerous struggles for the recognition of workers' collectives. On the other hand, we observe a political use by the current government of the emotional energy generated by those rituals of interaction to try to advance labour policies against precariousness and the recognition of labour rights. Finally, the paper also explores the continuity of moral wounds after the end of confinement and the beginning of the new normality, insofar as in the second wave the virus has circulated through the social and labour worlds of vital precariousness.
