En los últimos treinta años, el turismo ha pasado a formar parte de la economía mundial como una de las actividades más “prometedoras”. Si bien por su naturaleza posee ciertas sensibilidades hacia los estímulos hostiles del medio (como ser catástrofes o conflictos), se ha sabido ubicar como una industria dominante en la mayoría de los países del globo.
En la actualidad, diversos investigadores y reconocidos académicos recomiendan al turismo como forma segura y sostenida de generar riqueza, participación social, endocrecimiento, la revalorización o rescate cultura, y el desarrollo de ciertas localidades o sitios que no poseen una infraestructura industrial previa. Con la antropología del desarrollo puede considerarse la hipótesis que la hegemonía de los Estados Unidos se ubica a mediados del siglo XX con los primeros discursos sobre ayuda económica para los países “del tercer mundo” y se ha consolidado (posteriormente) con la tesis trilateralista de los préstamos de los organismos financieros internacionales sobre ciertos Estados solicitantes. A ello se agrega, la conformación del Turismo (dentro de otras muchas industrias o actividades) como un fenómeno económico o instrumento de “desarrollo”; recomendando por los “expertos” y instituciones de ayuda financiera funcionales al poder estadounidense y europeo.