En el sector de la Administración de Justicia el servicio prestado a la ciudadanía debe superar la mera gestión o tramitación de expedientes numerados, alejado de perspectivas humanistas. Cuando se entra en contacto con las personas, la utilización de recursos racionales y tecnológicos no sería suficiente; conviene acudir a otros recursos, capacidades y habilidades, también humanas, como lo es la inteligencia emocional. Se trata, por tanto, de integrar y completar la formación jurídica con la humanista. En el presente estudio, en lugar de preguntar cuáles son las razones que justificarían la aplicación de la inteligencia emocional en el ámbito judicial, dadas las evidencias científicas de sus beneficios individuales y colectivos, cabría preguntarse: ¿hay algún inconveniente en aplicar la inteligencia emocional en el proceso judicial?