Françoise Ploquin
Nos sentimos molestos cuando un francés usa el inglés para pedir una información en una calle de Florencia, Sevilla o Coimbra, sin mencionar Montevideo o Porto Alegre. O cuando un hispanohablante o lusohablante hace lo mismo en París. Esta actitud ignora de hecho el parentesco que existe entre las lenguas de Europa del Sur (y por lo tanto de Latinoamérica) derivadas del latín. La intercomprensión es el hecho de comprender lenguas sin hablarlas: cada individuo habla o escribe en la suya y comprende o lee la del otro. Este procedimiento, que no requiere ningún conocimiento previo del latín, tiende a unir a un conjunto de países pertenecientes a la misma familia lingüística y poseedores de intereses y culturas afines. Entre las lenguas romances –francés, italiano, español, catalán, portugués, rumano–, la intercomprensión no sólo es deseable sino que puede adquirirse con rapidez.