La presencia en Europa del presidente de Estados Unidos George W. Bush del 21 al 26 de febrero expresó una voluntad de acercamiento a los países miembros de la Unión Europea. Aunque las diferencias sobre Irán o la venta de armas a Pekín, por ejemplo, no han desaparecido, la Casa Blanca sabe que debe transigir con los dirigentes europeos y chinos. Las orientaciones de estos últimos determinan, en parte al menos, las tasas de interés, el curso del dólar y la gravedad del deficit comercial estadounidense. De ahora en adelante, China se propone sacar ventaja, incluso en el plano diplomático, para su nuevo poderío económico y financiero.