En 1992 el presidente estadounidense expuso la siguiente fórmula: “El éxito de Wal-Mart es el mismo que el de Estados Unidos”. Desde entonces, la multinacional de la distribución se ha convertido en la empresa más grande del mundo. Y el dumpin social que ejerce –se le acaba de condenar a pagar 172 millones de dólares de multa por negar a sus empleados una pausa para el almuerzo– contamina la economía occidental. Así, en nombre de la guerra contra Toyota, General Motors, que ya ha anunciado la eliminación de trescientos mil puestos de trabajo, exige a sus empleados un recorte de los salarios y a sus proveedores una reducción de los precios. Delphi, el mayor fabricante estadounidense de equipos eléctricos, pagaría decididamente a sus empleados 9,50 dólares la hora en vez de… los 28 actuales.