El origen más popular de la creación se fundamenta en Dios y ofrece una explicación al inicio del mundo.
Sin embargo, la existencia del artista resulta asimismo evidente en los descubrimientos científicos que brindan un modelo cosmológico de la creación y la evolución del universo. En efecto, la imaginación, que constituye la base sobre la que se construye todo descubrimiento, es el origen de los diversos ámbitos artísticos. La exploración empieza a partir de la semilla de la imaginación y se desarrolla gracias a las destrezas del creador, ya sean estas artísticas o científicas. Hasta principios del siglo xx, la creación se atribuía únicamente a lo divino; a partir de entonces, los científicos e incluso a los artesanos empiezan a verse distinguidos con el título de creadores. El arte puede definirse, entonces, como la expresión de los creadores que soportan el infierno de sus respectivas sociedades, se purgan en el purgatorio de su técnica artística y se crean en el paraíso divino.