¿Revela el éxito de China su capacidad de hacer cohabitar dos tradiciones, al utilizar la coherencia occidental para fertilizar aquéllas que ella ha tejido a lo largo de milenios? Visto desde Pekín, el mundo estaría a punto de reencontrar su curso normal, de salir del largo paréntesis marcado por el brutal entusiasmo irreflexivo de la cultura europea.