Serge Halimi
El 7 de noviembre, los electores norteamericanos, que se expresan mediante numerosos escrutinios a mitad del mandato en general marcados por una fuerte tasa de abstención, se pronuncian también sobre el balance del presidente George W. Bush. Este último va a permanecer en la Casa Blanca hasta enero de 2009, pero un eventual cambio brusco en una Cámara –o en las dos– hacia el campo de la oposición demócrata complicaría su tarea durante los próximos dos años. Y esto se puede producir, visto que su principal iniciativa de política exterior, la guerra de Irak, se revela como un fiasco cada día más sangriento. Y sin otra salida verosímil que la retirada de las tropas norteamericanas de un país al que su intervención ha sumido en el caos.