Luis Sepúlveda
La dictadura del general Augusto Pinochet, implantada en Chile desde 1973 a 1989, no fue asunto de un solo hombre que impuso el terror a todo un pueblo, sino de un amplio círculo de complicidades, en el interior y en el exterior, que participaron en la explotación sistemática de los opositores políticos y de todo un país. Emblema y síntesis de los autócratas militares que gobernaron América Latina en las décadas de 1970 y 1980, Pinochet fue también expresión del miedo que el pueblo inspiraba a las categorías privilegiadas, para cuya protección no vaciló en imponer una represión brutal. Por fin, también fue en esos años de guerra fría el símbolo del general latinoamericano utilizado por Washington para aterrorizar a la izquierda de su país y mantenerlo amarrado al “campo occidental”.