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Myriam Fracchia Figueiredo
La originalidad del pensamiento y la obra de Juan Carlos Marín son un legado teórico y metodológico substancial para las ciencias sociales. El carácter militante de su tarea investigativa advierte acerca de la necesidad de “colaborar en la construcción de un juicio moral que haga posible la ruptura de la obediencia acrítica a la autoridad, haciendo observable y promoviendo la desobediencia debida a toda orden de inhumanidad.” (Declaración final. Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología, Chile 1999).Esta antología reúne, por primera vez para el lector de nuestro paìs, textos inencontrables y valiosos entre los que sobresalen: “Las Tomas Chile 1970-1972. Estudios sobre las ocupaciones rurales en Chile”; “Lucha en las calles. Lucha de clases. Elementos para su análisis (Córdoba 1971-1969).”; “Los hechos armados (Argentina), La acumulación primaria del genocidio 1973-1976” —considerada un clásico en la materia—; “La silla en la cabeza (1986)” entre otros. Desde sus reflexiones acerca de la obra de Marx, Cñlausewitz, Foucault, Canetti, Elías, Piaget, entre otros, Marín desarrolló una forma de construcción de conocimiento sobre la génesis y el cambio de lo social, centrtándose en la producción y transformación del orden normativo, en correspondencia con los procesos de construcción de una conciencia social. Por otro lado elaboró una teoría del poder donde el cuerpo es la clave articular entre la lógica del poder y la lógica de la construcción del valor en la producción y destrucción de las relaciones sociales.Nociones como la relación entre la “situación de masas” y las “armas morales” es una de sus aportaciones al análisis del tiempo presente, un tiempo de exacerbación de las contradicciones y de potencialización destructiva del capitalismo.Leer su obra hoy es particularmente orientador del qué hacer en la realidad mexicana caracterizada por un alto grado de enfrentamiento.
