Serge Halimi
Las movilizaciones sociales en Francia, en los transportes y en la función pública, ¿contribuirán al equilibrio en un clima general caracterizado por la ofensiva de las fuerzas conservadoras? A partir de la elección el pasado mes de mayo de Nicolas Sarkozy, las decisiones del Gobierno no han dejado de favorecer a los más privilegiados (fiscalidad) y de desestabilizar a los más vulnerables (derecho laboral, cobertura médica, inmigración). Esta ofensva ha encontrado escasa resistencia, en parte porque algunos sindicatos y partidos políticos parecen ante todo deseosos de negociar las condiciones de su derrota. La principal formación opositora, el Partido Socialista (PS), que ya ha proporcionado cantidad de ministros y miembros de comisiones oficiales al nuevo poder, se dispone ahora a reemplazar su antigua estrategia de unión de la izquierda por una alianza con el centro, y a proclamar con más solemnidad su apoyo al mercado, al liberalismo, al individualismo, como ya lo hicieran los trabajadores británicos y el antiguo Partido Comunista italiano. Esta orientación vuelve a situar en el centro del debate ideológico francés a un intelectual de crédito declinante pero de invasora presencia mediática: Bernard-Henri Levy.