Tras el reconocimiento de la buena administración en el art. 41 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea, en su doble vertiente, de principio que debe inspirar las actuaciones de la Administración Pública, en general, y de la tributaria, en particular, así como derecho de los administrados, es posible hablar del “impacto” del mismo en el ámbito de la relación cooperativa. Principio que, habiendo sido calificado por nuestro Tribunal Supremo, como “nuevo paradigma del siglo XXI”, impone a la Administración la búsqueda de una solución materialmente justa, más allá de la mera legalidad, esencialmente a través de la realización de los principios de seguridad jurídica, transparencia, proporcionalidad y eficacia que, proyectados sobre el compliance fiscal, deben suponer un importante impulso en aras al perfeccionamiento y consolidación de la relación cooperativa y, en definitiva, un mejor entendimiento y realización de la relación jurídico-tributaria sobre la que se sustenta la misma.
The recognition of good administration in art. 41 of the Charter of Fundamental Rights of the European Union, in its double aspect, as a principle that should inspire the actions of the Public Administration, in general, and of the tax administration, in particular, as well as the right of those who are administered, necessarily implies the study of its “impact” in the sphere of the cooperative relationship. This principle, described by our Supreme Court as the “new paradigm of the 21st century”, imposes on the Administration the search for a materially fair solution, beyond mere legality, essentially through the realisation of the principles of legal certainty, transparency, proportionality and efficiency. Principles which, projected onto tax compliance, should provide an important impetus for the improvement and consolidation of the cooperative relationship and, in short, a better understanding and implementation of the legal-tax relationship on which it is based.