City of Pittsburgh, Estados Unidos
Este artculo adapta la teora de los partidos legislativos al casod e Brasil. Demuestra que los presidentes brasileos son poderosos pero no dominantes. La explicacin se encuientra en la naturaleza de los partidos legislativos. Dadas las reglas electroales y la estructura federal, Brasil debera ser un caso de "gobierno de partido condicional", donde la influencia fluye de los miembros a los lderes. El artculo somete a prueba este modelo, utilizando votaciones nominales para estimar la probabilidad de que los diputados cooperen con sus partidos. Elabora dos indicadores de la fuerza de los partidos: uno de ellos mide la capacidad de los lderes para hacer efectiva la cooperacin con el partido; el otro estima el xito de los diputados para consegur obras pblicas o controlar el acceso a los empleos en sus localidades. El artculo demuestra que las recomendaciones de los partidos raramente determina la cooperacin. Concluye sealando que la debilidad de los presidentes brasileos resulta de la incapacidad de los lderes de los partidos para persuadir a los diputados de que apoyen las propuestas del ejecutivo.
This paper adapts theories of legislative parties to the Brazilian case. It demonstrates that Brazilian presidents, while powerful are far from dominant. The reason lies in the nature of Brazil's legislative parties. Give Brazils electoral rules and federal structure, it ought to be a case of conditional party government, where influence flows from party members to leaders. This article puts this model to test using roll-call votes to estimate the probability that individual deputies cooperate with their parties. Two indicators of party strength are created. One indicator asseses the ability of party leaders to enforce cooperationism. The other measures the success of individual deputies in garnering local public works or controlling local job nominations. The article demonstrates that party recommendations rarely determine cooperation. It concludes that the Brazilian presidents weakness stems from the inabilty of party leaders to persuade deputies to support presidential proposals.