“Criptoactivo”, “minado”, “blockchain”... El bitcoin, nacido en 2009, parece haber revolucionado la cuestión monetaria hasta en las palabras. Una neolengua que genera a partes iguales incomprensión y fascinación rodea a esta innovación que promete “liberar” la moneda de toda centralización estatal. Resurge así la esperanza de cambiar el mundo a través de la tecnología.