Desde la Unión Europea hasta las Naciones Unidas, todas las instituciones abogan por el mantenimiento de una agricultura familiar sostenible. Sin embargo, este modelo parece estar más amenazado que nunca ante la llegada de gigantescas firmas agroalimentarias que invierten cada vez más en la compra de suelo. Lejos de limitarse a los países en desarrollo, el acaparamiento de tierras por parte de los industriales también afecta a países europeos como Francia.