Cuando hablamos de espacio público solemos pensar en lugares como plazas y parques, bulevares y áreas peatonalizadas más o menos monumentales. En las ciudades occidentales estos espacios libres alegorizan el pacto social de derechos básicos y acceso a servicios e infraestructuras que se incluyó en el urbanismo posterior a la Segunda Guerra Mundial. Bajo esta idea de concesión, las personas usuarias no forman parte de su diseño ni suelen ser protagonistas en el resultado.