La historia de las bibliotecas conventuales que existieron en el Virreinato de la Nueva España es una temática muy abandonada. De ahí que existan tan pocos trabajos enfocados en recuperar una parte del pasado bibliográfico de las colecciones que todas las órdenes religiosas conformaron desde el siglo XVI y hasta la primera mitad del siglo XIX. Dicha realidad contrasta con un conjunto importante de evidencias históricas que se conservan en repositorios mexicanos, y que muestran prácticas culturales cercanas a las de la península con ciertos matices de realidades sociales diferentes. Estas colecciones fueron útiles tanto para el trabajo cotidiano de la evangelización y fortalecimiento de los valores de la religión Católica, como para la transmisión de valores europeos que debieron adaptarse a las realidades del mestizaje. Los restos de tal riqueza bibliográfica constituyen habitantes en bibliotecas públicas y privadas, tanto como objetos poco apreciados, exceptuando para pocos interesados. Cada libro de esta naturaleza posee elementos de procedencia que permiten relacionarlo con alguna de estas órdenes: jesuitas, franciscanos, dominicos, mercedarios, agustinos, entre otras. Sin embargo, pocos se han puesto a relacionar esos libros con algunos de los inventarios o memorias de libros conservados. Menos aún se han relacionado esos libros con las listas de los cajones que llegaron por el comercio trasatlántico. Este artículo muestra la llegada de unos cajones de libros para la Orden del Carmen