Éric Piolle fue en 2014 el primer ecologista elegido para dirigir una gran ciudad francesa, encarnando así la esperanza de un cambio de enfoque político. Pero, en un contexto de reducción de las subvenciones estatales y de transferencia de competencias al área metropolitana, muchas de las promesas ecologistas sobre medio ambiente, democracia y solidaridad se han esfumado.