La transición política española propició una serie de cambios que, no por casualidad, se evidenciaron con mayor claridad en la ciudad, donde las políticas abstractas se definen y concretan. Durante los años 60 y 70, el denominado «desarrollismo » sobrevaloraba aquello que consideraba moderno en detrimento del patrimonio local y la memoria ciudadana. Ante dicho escenario, los primeros mandatos municipales de la democracia trataron de construir ciudades que, ancladas en la identidad y la comunicación promoviesen la integración y el arraigo de sus vecinos. Para ello se trató de subsanar el déficit de las infraestructuras urbanas e incrementarlas políticas públicas se fomentaron las tradiciones que unían al vecindario, entre otras. Las elecciones municipales del año 1979 insuflaron un aire de apertura mediante ciudades cooperativas y mancomunadas potenciando la cooperación interior y exterior.
Los vecinos se implicaban en la vida política dado que la acción de los partidos políticos revertía en políticas concretas. Fue a partir de finales de los años 80, y dura hasta nuestros días, cuando la primacía de poder de los partidos empezó a imponerse sobre las políticas sociales locales. Para dignificar la política actual, esta debería recuperar su carácter de vecindad, es decir, de cercanía.
It is not a coincidence that some ofthe most significant changes brought about by the Spanish transition to democracy were more prominent in the cities or towns, where abstract policies are defined and made tangible. During the 1960s and 1970s, the socalled “developmentalism” overestimated everything which was considered modern at the expense of local heritage and citizen memory. In view of this, and with the first municipal governments of democracy in charge, many Spanish cities and towns were rebuilt upon two pillars identity and communication, so as to promote the integration of their neighbours, among others. In order to do so, urban infrastructure needed to be boosted, public policies improved, and local traditions promoted. Winds of change and openness could be felt after the municipal elections of 1979, when internal and external cooperation were cultivated building cooperative cities and towns. Given that the action of political parties used to be translated into specific policies, active citizenship was practiced. From 1980s onwards, political parties prevailed power over local social policies.
If current politics were to be dignified, I should recover its neighbourhood nature, that is, a policy of proximity.