Jennifer Venegas Paniagua, Stephanie Guillén Rivera
La realidad social de las mujeres ha estado marcada por procesos de tensión constante relativos a su derecho de participación política. Este campo de análisis posibilita la discusión sobre la configuración de las relaciones de poder en la sociedad y, por ende, la producción y reproducción de condiciones de vida materiales y subjetivas, que subyacen en el desarrollo de la violencia de género, y que a su vez han determinado el surgimiento de movimientos de reivindicación de derechos. Históricamente la emisión del discurso ha sido restringida mediante diversos procesos de exclusión, desarrollados por Michel Foucault en El orden del discurso (1970). Estos se han evidenciado en el continuo impedimento a las mujeres de acceder a puestos políticos, porque la normativa no lo permitía, o bien, porque sectores hegemónicos no desean que las mujeres ocupen dichos cargos y emitan un discurso político, pues ello implica la cesión de una importante cuota de poder. Ante esto, se implementaron acciones afirmativas como la paridad y la alternancia para propiciar el respeto del derecho de las mujeres a ser electas. Dichas acciones evidenciaron que las respuestas normativas requieren también de cambios culturales que problematicen socialmente la violencia de género, y busquen articuladamente su erradicación
The social reality of women has been marked by processes of constant tension related to their right to political participation. This field of analysis allows the discussion on the configuration of power relations in society and, therefore, the production and reproduction of material and subjective living conditions, which underlie the development of gender violence, and which in turn have determined the emergence of movements to claim rights. Historically the issuance of speech has been restricted by various processes of exclusion, developed by Michel Foucault in The Order of Discourse (1970). These have been evidenced by the continuous impediment to women from gaining access to political positions, because the regulations did not allow it, or because hegemonic sectors do not want women to occupy these positions and issue a political speech, since this implies the transfer of a significant share of power. In view of this, affirmative actions, such as parity and alternation were implemented to promote respect for the right of women to be elected. These actions showed that normative responses also require cultural changes that socially deal with problematic gender-based violence, and seek its eradication