Como en otras tierras mediterráneas semiáridas con déficit hídrico crónico, los traumatismos inducidos por las sequías muestran múltiples caras: pérdidas de cosechas, reducción de la superficie cultivada, problemas de abastecimiento, debilitamiento de las masas vegetales, incendios, deterioro del suelo y aguas, conflictos sociales, incremento del riesgo de desertificación, etc. Adaptarse a estas situaciones meteorológicas, desarrollar métodos y técnicas de uso y gestión de los recursos naturales al riesgo de las sequías, educar para la sequía y la aridez, se convierten en una necesidad. El riesgo podría ser minimizado con unas políticas ambiental y económica que adaptasen sus intervenciones en la aceptación y previsión de estas realidades climáticas y ambientales