La cultura individualista que impregnó el funcionamiento de las llamadas sociedades  desarrolladas, es una cultura disolvente del individuo como instancia de autonomía racional y política. Ahora, la emancipación intelectual es la primera exigencia del ejercicio de la ciudadanía en las sociedades democráticas, que se manifiesta en el poder y la acción de los individuos para reconfigurar la comunidad. La emancipación intelectual surge, entonces, en el espacio-tiempo intersticial dejado vacante por el diseño de las instituciones, donde la imaginación en su juego libre con el pensamiento crea nuevas posibilidades de configuración común más allá de las que existen