Gina Paola Rodríguez
En el presente artículo reconstruimos el debate en torno al alcance y los límites de la ciudadanía abierto por los filósofos norteamericanos liberales (libertarianos e igualitarios) en los años 70, continuado por los comunitaristas y republicanos en las dos décadas siguientes, y sin resolución definitiva hasta nuestros días. El objetivo es analizar las contribuciones de cada corriente a la construcción de un concepto de ciudadanía dinámico, participativo e inclusivo, acorde con los requerimientos de democracia radical y pluralismo cultural de las sociedades contemporáneas. Entenderemos por democracia radical, aquella visión de la democracia que parte de reconocer la imposibilidad de constituir la sociedad como un conjunto cerrado, totalizado, autosuficiente, y que encuentra en el agonismo el núcleo constitutivo de la democracia. La democracia radical, busca la transformación de la política del enfrentamiento entre enemigos a la lucha entre adversarios, haciendo de ésta un espacio para el disenso. La democracia radical está así acorde con los requerimientos del pluralismo cultural, afirmando la posibilidad de que grupos o comunidades étnica, cultural, religiosa o lingüísticamente diferentes convivan armoniosamente sin que ningún grupo pierda su cultura o identidad propia.