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Los giros “afectivos” y “espaciales” de hoy en día están reconociendo cada vez más el papel clave del concepto de “atmósfera". Como el prius cualitativo-emocional de nuestra experiencia sensible, vertido espacialmente y formando un nicho afectivo, las atmósferas parecen de hecho permitir la convergencia de muchos estudios centrados en los aspectos cualitativos de nuestro “entorno” y de nuestro espacio vivido (pre-dimensional). Basándose en la teoría de la percepción atmosférica entendida como una primera impresión pathológica y una comunicación sentimental, el trabajo se inspira principalmente en Aisthetik (Gernot Böhme) y en la Nueva Fenomenología (Hermann Schmitz). En primer lugar, se explora brevemente la relación entre el perceptor y las atmósferas, describiéndola también a través de muchos ejemplos literarios: las atmósferas pueden abrumarnos, encontrarnos en sintonía con ellas, ser reconocidas sin ser realmente sentidas, provocar una resistencia que nos empuje a cambiarlas, ser percibidas de manera diferente a lo largo del tiempo, desencadenar un estado de ánimo inverso, etc. En su segunda parte, basada en un “inflacionismo” ontológico, el documento introduce la noción de “cuasi-cosas” y muestra sus propiedades ontológicas específicas. De hecho, desde un punto de vista ontológico, las atmósferas son cuasi-cosas, es decir, entidades que, sin ser cosas completas, ejercen sobre nosotros un poder más directo e inmediato que el que ejercen las cosas completas.
