Santiago, Chile
La investigación académica sobre desigualdad territorial frecuentemente asimila este concepto al examen de diferencias entre agregados humanos entendidos como poblaciones espacialmente separadas y delimitadas. Aun cuando esta mirada ha resultado prolífica en el sentido de evidenciar contrastes y denunciar la exclusión de individuos y colectivos humanos en el marco del modo de producción capitalista, supone una reducción de la propia noción de territorio, al que se asigna valor exclusivo como soporte para la existencia y reproducción de los seres humanos y donde el concepto de reproducción se vincula de manera estrecha al nacimiento y multiplicación de individuos como acto individual-corporal además de indicador de éxito y desarrollo social y económico. Recogiendo la crítica elaborada por Donna Haraway y Michelle Murphy al concepto de población como operador biopolítico, el presente artículo de investigación se propone reinscribir el estudio de las desigualdades territoriales en función de un concepto ampliado y distribuido de la reproducción, identificando su potencial para abordar la creciente polarización que caracteriza a la experiencia territorial contemporánea en América Latina.
Academic research on territorial inequality frequently assimilates this concept to the examination of differences between human aggregates understood as spatially separated and delimited populations. Even though this view has been prolific in the sense of highlighting contrasts and denouncing the exclusion of human individuals and collectives in the capitalist mode of production, it supposes a reduction of the very notion of territory. When territorial inequality is assimilated to population differences, territory then is viewed exclusively as a support for the existence and reproduction of human beings, closely linked to the birth and multiplication of individuals as an indicator of success and socioeconomic development. Based on the feminist critique made by Donna Haraway and Michelle Murphy of the concept of population as a biopolitical operator, this article seeks to reinscribe the study of territorial inequalities on an expanded and distributed concept of reproduction, and underlining its potential to address the growing polarization that characterizes contemporary territorial experience in Latin America.