Eugenio Tironi, Felipe Agüero Piwonka
En este artículo se sostiene que el sistema de partidos chileno emergió en 1990 con importantes discontinuidades respecto de aquel que existió con anterioridad a la crisis política de 1973, caracterizado por su división en tres tercios: izquierda, centro y derecha. Según los autores, la reconfiguración del sistema de partidos es el resultado de una nueva ‘fisura generativa’: la fisura autoritarismo/democracia.
Nacida durante el régimen militar, con el desarrollo de la transición política esta fisura no sólo no se habría debilitado, sino que se habría ramificado, profundizado e institucionalizado, hasta lograr integrar y reordenar las fisuras históricas (clase y religión) que configuraron el anterior sistema chileno de partidos.
Es más, se señala que los avances en la transición política y en la modernización económico-social de la última década parecen cerrar la posibilidad de un resurgimiento del anterior paisaje político y de la reproducción de los antiguos tres tercios. La evolución histórica estaría conduciendo más bien hacia una suerte de enfriamiento de las actitudes de la población frente a la política, que se traduce en menor participación, y hacia una personalización de las preferencias, que lleva a optar por candidatos más que por opciones políticas globales.
Aquí radicaría la mayor amenaza al nuevo paisaje político. No obstante —agregan los autores—, al menos en el corto y mediano plazo estas tendencias no parecen suficientemente poderosas como para modificar el actual paisaje político.