María Jesús Fernández Sánchez
El impacto de la crisis derivada de la pandemia de COVID-19 sobre la renta disponible de los hogares en 2020 ha sido relativamente modesto, principalmente por el efecto compensador de las prestaciones por desempleo a parados y trabajadores en ERTE y por las establecidas para trabajadores autónomos afectados por situaciones de reducción o cese de actividad. Sin embargo, el fuerte descenso del consumo, muy superior a la caída de la renta, ha dado lugar a un aumento de la tasa de ahorro hasta el 14,7 % de la renta disponible bruta, más del doble que el año anterior. Las estimaciones realizadas permiten aproximar el exceso de ahorro en más de la mitad del efectivamente realizado, consecuencia en una parte del ahorro precautorio y en otra, del ahorro forzoso. Las sociedades no financieras, en cambio, tuvieron una fuerte reducción de su excedente de explotación y de su renta disponible bruta, aumentando tanto su volumen de deuda como la ratio de esta respecto al PIB. En todo caso, tanto entre los hogares como entre las empresas, distintos indicadores anticipan que el impacto de la crisis es muy diferente cuando se desciende a análisis más desagregados.