La atención sanitaria a domicilio (sobre todo la prestada por personas ajenas al hogar) es un alivio al fardo que impone a las familias de la República Unida de Tanzania el cuidado de sus miembros afectados por el VIH/SIDA. También sirve para aligerar los problemas que sufre el sistema sanitario público, muy debilitado por la demanda de asistencia que genera la pandemia y por la falta acuciante de recursos. La labor de los cuidadores domiciliarios se sitúa entre el trabajo no retribuido y el trabajo pagado, en una cadena plagada de lagunas debido al mal funcionamiento, al exceso de trabajo de los profesionales y a una escasez grave de personal.