Jugamos cada vez más. La facturación mundial de las compañías del sector de videojuegos sobrepasa ya los 130.000 millones de euros (con incrementos anuales cercanos al 10%). Y la pandemia no ha hecho sino diversificar el rango de edades y perfiles de quienes juegan a diario ante la imposibilidad de practicar deporte al aire libre o pasear por el parque. Por eso, a medida que las nuevas generaciones van incorporándose al mundo laboral —y en la actualidad hay ya al menos cuatro conviviendo en el mercado profesional— el juego va siendo más relevante para captar clientes y fidelizarlos; para formar e instruir e incluso para fomentar ciertas habilidades. Y también para detectar talento más allá de lo evidente y seleccionar así a los profesionales que mejor puedan enfrentarse a un futuro que, por su propia definición, no deja de darnos sorpresas