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La situación de pandemia derivada del COVID19, sus restricciones y confinamientos, han provocado prolongadas y forzosas cohabitaciones y alejamientos. Tanto el contacto continuo, como el distanciamiento, provocan conflictos y, más aún, cuando son impuestos por circunstancias graves e inesperadas como las que han acontecido. En estos casos, no sólo afloran diferencias y enfrentamientos entre quienes más cerca se encuentran, sino que puede ocurrir lo mismo entre quienes exista separación física. La distancia social, que debe mantenerse como medida sanitaria, corremos el riesgo de que se comience a traducir no sólo como distancia física sino también como falta de sensibilidad social. Un riesgo que pasa por comenzar a no poner cara a los problemas o por dejar de identificarnos o ponernos en la piel del otro. Parece que, en este propósito, a la hora de abordar los problemas debe volverse la mirada a la mediación. Los servicios de mediación se muestran más necesarios que nunca y la prestación de los mismos debe adaptarse a la nueva realidad.
The pandemic situation resulting from COVID19, its restrictions and confinement, have led to prolonged and forced cohabitacion and alienation. Both continuos contact and distancing provoke conflict and, even more, when imposed by serious and unexpected circumstances such as those that have ocurred. In these cases, not only do differences and confrontations arise between those closest to them, but the same can happen between those who have physical separation. Social distance, which must be maintained as a health measure, risks being translated not only as physical distance but also as a lack of social sensitivity. A risk that passes by starting to not put a face to the problems or by not identifying or putting us in the skin of the other. It seems that, in this regard, in addressing the problems, the focus should be on mediation. Mediation services are more necessary than ever, and their provision must be adapted to the new reality.
