Las encuestas constituyen un instrumento valioso de conocimiento de la realidad social y política de nuestro entorno, pero la labor de los investigadores queda en muchas ocasiones limitada por una serie de deficiencias en dos grandes aspectos. Por un lado, las muestras acostumbran a ser de escasa calidad técnica y el trabajo de campo no se realiza en las mejores condiciones. Por otro, las encuestas no han sido expresamente diseñadas para permitir la realización de estudios comparados, objetivo frecuente en la investigación politológica. La Encuesta Social Europea, promovida por la European Science Foundation y la Comisión Europea, nace con el objetivo explícito de establecer unos requisitos de calidad en el diseño muestral y en la ejecución del trabajo de campo que garanticen la calidad de los datos y permitan la comparabilidad entre países. El artículo reflexiona sobre las bases metodológicas en las que se sustenta dicha encuesta y es un reflejo de la valoración que el equipo nacional ha realizado de la implementación de su primera ola en España.