En los últimos años la digitalización de piezas documentales custodiadas en bibliotecas y archivos de todo el mundo ha maravillado, por sus infinitas posibilidades, tanto a los especialistas como a un público más amplio. Este nuevo espacio social, posibilitado por la tecnología digital permite descubrir un conjunto de objetos que constituían una riqueza cultural poco conocida.
Sin embargo, las ventajas actuales de esta tecnología también han representado un duro aprendizaje que ha dejado tras de sí errores cruciales que hemos pagado con la destrucción o el deterioro considerable de piezas originales. Por esta razón de orden práctico, el problema de la digitalización y su propia naturaleza tecnológica, han abierto un espacio de reflexión internacional que se ha caracterizado primordialmente por el constante flujo de información especializada y por presentar un permanente discurso de beneficio social.