Los medios de comunicación audiovisuales han abierto las ventanas de un mundo desconocido a amplias capas de la sociedad. Estos grupos sociales nunca habrían podido conocer lo que, por ejemplo, la televisión les ha mostrado. Pero esta realidad, positiva en sí misma, tiene una cara de sombra que no se puede olvidar. Éste es el problema que, tradicionalmente venimos definiendo como la capacidad de acceso a los medios de comunicación. Todo el mundo puede ver la televisión, pero no todas esas personas (o grupos sociales) tienen opción a salir por esa misma televisión. No suelen tener oportunidad de contar con unos minutos de emisión que les permita hacer al resto de la audiencia partícipe de sus cuitas. Y, además, precisamente por el hecho de que todo el mundo puede ver la televisión o escuchar la radio, se hace tan importante el poder tener unos minutos para poder ser visto y escuchado.
En este artículo no vamos a analizar las posibilidades reales, desde el punto de vista sociológico, del acceso de los distintos grupos sociales a los medios de comunicación, fundamentalmente los audiovisuales. Lo que queremos es hacer un breve estudio comparativo entre distintos estados de Europa de la cuota de presencia que en sus respectivos países tienen las minorías nacionales en los medios de comunicación. Una aclaración más. El término minoría nacional se utilizará en este trabajo siguiendo la definición que el Consejo de Europa ha ofrecido del mismo y la base documental del estudio, junto a otra serie de documentos diversos, serán los informes que los gobiernos de esos países han remitido al Consejo de Europa sobre el estado legal, tratamiento general en distintos ámbitos y presencia efectiva de sus minorías nacionales.