La valoración de un término intrínsecamente polisémico como es el de bienestar que aquí se propone pretende evidenciar de la mano de tres enfoques suficientemente amplios y dispares la importancia que los presupuestos conceptuales adoptados poseen para la definición del término analizado. Por un lado, presentaré un mapa de los abordajes éticos y cercanos a la filosofía de la mente y a desarrollos analíticos de las emociones que dan cuenta de la dimensión subjetiva imprescindible del bienestar, al visibilizar su conexión con la historicidad del deseo. Esto mismo permite afirmar asimismo que el término bienestar no se vuelve cuestión de interés social y político en cualesquiera épocas, sino que acompaña a una configuración epocal de la subjetividad, que a partir del siglo XX exige la satisfacción con medios públicos de demandas que giran en torno a la consecución universal de una tranquilidad material que facilite la emancipación con respecto a toda forma de explotación y opresión. Por otro lado, me ocuparé de presentar la perspectiva de Martha C. Nussbaum, que aconseja que las sociedades democráticas de fondo liberal adopten ciertas emociones para mejorar la cohesión del cuerpo civil y hacer de la reivindicación de bienestar general una exigencia sustantiva de la racionalidad práctica. Finalmente, me desplazaré a la mirada cruzada de Axel Honneth y Nancy Fraser, pues pone de manifiesto –a pesar de sus discrepancias internas acerca de la prioridad del eje del reconocimiento o de la redistribución– que, a pesar de la intensa vinculación que el bienestar mantiene con la subjetividad de los individuos, su materialización depende palmariamente de la incorporación por parte de los Estados de agendas públicas conscientes de la necesidad de combatir el hambre, la pobreza, la precariedad, el desprecio y las diferentes dimensiones de la opresión social. Sin un enfoque combinado de todas estas dimensiones difícilmente podría configurarse una teoría sostenible acerca del bienestar, consciente de la bipolaridad formal y material de las tareas a las que debe hacer frente con vistas a su materialización social progresiva y efectiva en sociedades diversas, pero igualmente enmarcadas en un marco cultural neoliberal.
My aim in this paper is to give an account of such a polysemic term as well-being by hand of three broad and different approaches, which will highlight the scope that the conceptual frame has to define this concept. On the one hand, I will provide a general map of some ethical approaches stemming from the philosophy of mind and the analytical address of emotions, which emphasize the subjective features of well-being, insofar as they shed light over the ties of well-being with the historicity of desire. This fact allows to affirm that the term well-being did not become an issue of social and political interest in all epochs, as it depends on an epochal configuration of subjectivity, which from the XXth century onwards claims that public institutions meet the demands aiming at achieving material satisfaction and at removing every form of exploitation and oppression. On the other hand, I will focus on the standpoint adopted by Martha C. Nussbaum, who urges that democratic societies with a liberal bottom ought to adopt emotions easing to tighten up the civil body. Thus, she argues for making of general well-being a substantive demand of practical rationality. Finally, I will focus on an overlapping approach to the analysis of Axel Honneth and Nancy Fraser, who despite their discrepancies about the predominance of recognition or redistribution share the belief that, even if well-being holds strong bounds with subjectivity, to materialize well-being requires that states avow in their policy-making a decided will to remove hunger, poverty, precarity, contempt and the different features of social oppression. Without combining all these dimensions, it will be very difficult to outline a sustainable theory about well-being, conscious of the formal and material dimensions intertwined in the tasks furthering to spread well-being in different societies, all of them framed within a neoliberal culture.