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David Estal Herrero
Tras el muro, en alrededor de 60.000 m2, un eucalipto monumental se erige en medio de las huellas de la antigua fábrica Bunge-Moyresa donde antes se deslizaba la línea de una playa que la infraestructura portuaria hizo desaparecer en los años 80. Este espacio es la oportunidad para varios principios: el de la naturaleza que por sí sola crea un jardín; el enésimo intento de acuerdo entre el puerto y la ciudad; y, mientras tanto, el principio del final, que ya se llama Parque de Desembocadura de Natzaret.
En València, el antiguo cauce del río Turia es desde hace décadas un kilométrico jardín que, entre pretiles, recorre la ciudad de oeste a este. Puente tras puente se suceden sus diferentes tramos verdes, deportivos, infantiles, saludables y, sobre todo, de intenso uso ciudadano. Éste comienza en el Parque de Cabecera, dando la bienvenida a la ciudad. Sin embargo, ha quedado pendiente su final en el barrio marítimo de Natzaret: la desembocadura de un río que ya no conduce agua desde que se desviara por el sur. Las reivindicaciones vecinales que exigían compensación por la pérdida de la playa, comienzan a ser atendidas: con el derribo de parte del citado muro se da paso a la fase provisional y parcial del futuro Parque de Desembocadura que a continuación se describe bajo los principios del tercer paisaje o jardín didáctico.
