Las reacciones que sigue provocando el asalto al Capitolio del pasado enero por parte de partidarios de Donald Trump, así como el empeño de este último por seguir imponiendo sus deseos al Partido Republicano, parecen indicar que el expresidente continuará obsesionando a la prensa. Participan en un juego perverso que lleva un lustro contaminando la vida política estadounidense.