En este artículo se plantea que aun cuando la producción literaria más impactante de Mario Vargas Llosa se concentra en los primeros años de su carrera de escritor —entre La ciudad y los perros y Conversación en La Catedral—, el aprendizaje técnico de ese primer periodo deslumbrante incidió en su trabajo concediéndole la libertad formal que le permitiría emprender proyectos menos vistosos, pero tal vez más influyentes en la literatura latinoamericana posterior al boom. De entre esas novelas, La tía Julia y el escribidor —señala Á. Enrigue— puso en juego formas y valores que, con los años, se transformarían en el discurso dominante de la literatura en la región.