¿Qué ocurre cuando se vuelve a leer una gran novela latinoamericana después de muchos años? ¿Ocurre algo, aunque Latinoamérica ya no sea lo que fue y quien la lee ya no sea alguien que quiere ser escritor sino un escritor hecho y derecho o deshecho y torcido? Y —acaso lo más importante o lo más extraño— ¿qué es lo que sucede alrededor del relector mientras relee la novela en cuestión? Ocurre que se empiezan a recordar muchas cosas. Y recordar —advierte Rodrigo Fresán en estas páginas—, se sabe que es como hablar solo pero con uno mismo, algo muy pero muy parecido a lo que pasa mientras se lee.